El lupus es una enfermedad autoinmune. El sistema inmunológico del cuerpo normalmente produce proteínas llamadas anticuerpos para proteger al organismo de virus, bacterias y otras sustancias extrañas denominadas antígenos. En una enfermedad autoinmune como el lupus, el sistema inmunológico se “confunde” y no distingue entre las partículas extrañas (antígenos) y las propias células o tejidos, y produce anticuerpos en contra de “sí mismo”; a estos anticuerpos se les llama “autoanticuerpos” y son los responsables de la enfermedad. El lupus eritematoso sistémico, como su nombre lo indica, es una enfermedad que puede afectar a muchos órganos como: la piel (enrojecimiento con forma de alas de mariposa en nariz y mejillas), articulaciones (artritis), riñones (nefritis), corazón (pericarditis), pulmones (neumonitis), etc. También puede dar síntomas generales como fiebre, pérdida de peso y cansancio sin causa aparente. Afecta principalmente a mujeres jóvenes entre 20-30 años, la forma en que se manifiesta varía mucho entre cada paciente y puede simular a otras enfermedades; por lo que es importante la valoración por un médico especialista para realizar un diagnóstico temprano. También tiene la característica de cursar con brotes (periodos de actividad de la enfermedad) que alternan con periodos de inactividad o remisión; que en ocasiones el paciente puede confundir con curación. Es muy importante recibir tratamiento y vigilancia médica para lograr un mejor control de la enfermedad.